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La nuestra es una historia de pasión por la tierra argentina.
El 5 de marzo de 1923, don José Vionnet, nacido en Monthey (Cantón de Valais, Suiza), y llegado a nuestras playas en 1874, adquirió la estancia El
Lucero, ubicada en jurisdicción de Colonia Santa María, que pertenecía al Lloyd Americano S.A.I.C.
En volanta, llegó a lo que es hoy su paraíso, su escondite natural, su conexión con la tierra… Y comenzó sin saberlo una historia de disfrute y placer, combinado con el esfuerzo del trabajo y la agricultura.
Pasado un tiempo, fue cedido en alquiler a la firma Minetti S.A. de Rosario y el Sr. Vionnet retornó a Pilar (Provincia de Santa Fé) en donde vivió hasta 1940. Se trasladó entonces a Buenos Aires permaneciendo allí hasta su fallecimiento, ocurrido en 1947.
Para esa época, las 4.000 ha de El Lucero ya no pertenecían a Don José, puesto que este, lo había donado a sus hijos en 1942: a Emilia, la parte oeste, limitada por el camino que va de Saturnino María Laspiur a Santa María, y a Ernesto la parte este con el casco. De los tres hijos del matrimonio Vionnet, ninguno se radicó en Santa María. Alberto se estableció en otro campo de su padre, denominado La Alejandra, en Ausonia (pcia. de Córdoba) y en Buenos Aires lo hicieron Emilia y Ernesto.
Al fallecer este último, en junio de 1944, fue su hijo Armando quien heredó la estancia El Lucero. Comenzó a explotarla personalmente desde el año 1957, dedicándose de pleno a la ganadería, llegando a criar 1.200 cabezas de ganado.
La actividad principal fue, durante muchos años, la cría de Aberdeen Angus. Con la introducción del toro Nelore, de origen brasileño, se obtuvo una nueva cruza denominada Brangus, destinada al engorde y venta de novillos.
En estos casi 100 años de historia, El Lucero fue muchas cosas: hogar, casa de campo, estancia productiva, hasta llegar a ser lo que es hoy: un hotel de campo donde el lujo es espacio, silencio y respeto en todo sentido.
Las paredes de sus más de 1.000m² construidos guardan en cada junta, en cada pincelada de pintura, en cada rincón, un recuerdo familiar. No sólo de la familia Vionnet, sino también de todos los huéspedes que lo han visitado.
Esperamos que pueda disfrutar de nuestro lugar favorito del mundo, nuestro Hotel de Campo: Estancia El Lucero.